jueves, 24 de enero de 2008

Miseria epistemológica de Juan Barreto y Rigoberto Lanz

En 1846, el pensador socialista Pierre Joseph Proudhon publicó uno de sus escritos fundamentales: “La Filosofía de la miseria”. Karl Marx, quien criticaba fuertemente al autor francés por lo que consideraba su falta de rigurosidad científica, al año siguiente publicó una respuesta al libro de éste. Marx llamó a su propio libro “Miseria de la filosofía”. Como se verá más adelante, hemos encontrado graves fallas en la rigurosidad académica de la tesis doctoral de Juan Barreto. Es por este motivo por lo que, con el permiso de Marx, hemos parafraseado el título de su libro para darle nombre al presente artículo.

El año pasado el Alcalde Mayor de la ciudad de Caracas, publicó en forma de libro la tesis con la que obtuvo el Titulo de Doctor en la Universidad Central de Venezuela. Dicha tesis fue tutoreada por el Dr. Rigoberto Lanz y publicada bajo el nombre de “Crítica de la razón mediática. Ensayo sobre biopolítica y potencia política del cuerpo (Pre-textos para un debate sobre el socialismo)”.

No hemos revisado con exhaustividad toda la obra ni estamos en condición, en particular, de saber valorar la veracidad y pertinencia de todas sus referencias por cuanto no conocemos muchos de los autores citados; pero si lo estamos de llevar a cabo una especie de “biopsia” en un capitulo fundamental en el que el autor explaya lo que él denomina una “epistemología” (pag. 111), la cual utiliza para el desarrollo de sus planteamientos centrales, en particular el de “dispositivo información – comunicación”. Se trata del capítulo II de la “Primera Parte” del libro, cuyo título es el siguiente: “Un ejercicio sobre materia oscura y agujeros negros, virus y ADN”.

El concepto de “epistemología” (por cierto, término que es muy utilizado por el Dr. Rigoberto Lanz en sus escritos) deriva de las raíces griegas ἐπιστήμη (episteme, conocimiento) y λογία (logos, teoría, tratado, estudio, ciencia), de manera que tradicionalmente se ha asumido a la epistemología como el estudio del conocimiento. Desde este punto de vista, a la epistemología le ha sido pertinente responder preguntas como ¿Qué podemos conocer? o ¿cómo sabemos que lo que conocemos acerca de la realidad es verdadero? Sin embargo, contemporáneamente, la epistemología es conceptualizada, más bien, como el estudio acerca de la producción y de la lógica del conocimiento científico. De manera que si, actualmente, ponemos sobre una mesa diversas visiones epistemológicas, no estaremos haciendo otra cosa que explayando diversas teorizaciones o construcciones explicativas acerca de la justificación, validez y fundamentación del conocimiento científico.

Por ejemplo, el círculo de Viena, (grupo de científicos y filósofos que en los años 20 y 30 del siglo XX inaugura la práctica epistemológica profesional), asume una posición ante la producción del conocimiento científico conocida con el nombre de “Positivismo lógico”. Según dicha postura, habría que rechazar a la metafísica como fuente segura de conocimiento científico y cimentar el mismo mediante el uso de la lógica formal y la comprobación. Con el tiempo los positivistas lógicos han movido su visión hacia un, así denominado, “empirismo lógico”; no obstante la polémica epistemológica ha continuado y una de las preguntas fundamentales que no ha podido desaparecer del centro del ruedo es ¿Qué criterio puede servirnos para diferenciar el conocimiento científico de otros de diferente origen?.

Cuando abordamos el capítulo “Un ejercicio sobre materia oscura y agujeros negros ..” de la tesis del señor Barreto, dado que se nos anuncia, en la primera página del mismo, que se trata de la exposición de una “epistemología”, supusimos que el autor sustentaría su particular posición en relación a la producción del conocimiento científico (o, cuanto menos, del conocimiento en general), la cual le serviría de base para sus propuestas teóricas acerca del fundamental tema contemporáneo que aborda en su disertación, como lo es el de los masmedia y su relación con la economía política. Sin embargo, con lo que nos encontramos en las tan sólo 11 páginas del capítulo en cuestión, fue con un listado muy extenso de términos provenientes de la física, la astrofísica y la biofísica, cada uno de los cuales apenas se explica en seguidilla y brevemente pero sin que hayan sido hilvanados, a pesar de lo prometido por el autor, con sentido epistemológico alguno. En ninguna parte del citado capítulo aparece una propuesta teórica acerca de la fundamentación del conocimiento, ni general ni científico; no se encuentra allí ninguna reflexión epistemológica. Se tendría que presumir, muy seriamente, que el Dr. Barreto desconoce de que trata la epistemología.

Al revisar la apretujada lista de conceptos a la que estamos haciendo referencia, encontramos los siguientes: materia oscura, materia oscura o éter, materia oscura del éter, materia oscura del vacío, energía, masa, cosmos, tiempo, espacio, tejido flexible de cuatro dimensiones, materia, gravedad, curvaturas del tejido del espacio tiempo, super fluidez, mundos espejos, universos paralelos, radiación electromagnética de fondo, contracción o expansión del espacio tiempo, efecto inflacionario, cuerdas, supercuerdas, energía del vacío o energía oscura, constante cosmológica, inflatón, vacío, fuerza, acción, reacción, mar de radiaciones de microondas espesas, física de partículas, campo de fuerzas espeso, teoría inflacionaria o total del universo, microondas cósmicas, objetos extraños de partículas y de ondas, agujeros negros, Quazar, modelo estándar, microcosmos, campo de Higgs, partículas de vacío, campo de fuerza de nada, materia blanca, ecuaciones de la relatividad general especial (sig), mecánica cuántica, gravedad especial, cuásares, pulsares, rayos gamma, partículas de onda Z y W, destellos de estrellas de neutrones, campo fluctuante no simétrico, masas ligeras, masas pesadas, tiempo latente, campos diagramáticos de tensiones, lente gravitacional, supercuerdas branas y p-branas, antigravedad, fotones, bariones, radiación de fondo del cuerpo negro, rayos X, rayos X binarios, galaxias, “sobre gravedad”, ondas gravitacionales, inmunidad de las cepas bacterianas lisogénicas, partículas mágicas, plásmidos, ARN mensajero, células, síntesis de las proteínas, secuenciación del genoma, mutaciones, cadena de ADN, enzimas de restricción, cadenas mutantes, fluctuaciones estadísticas medibles, factor de la herencia, proteínas enzimáticas, fenómenos de variación de la herencia, radical químico, radiación, evolución, forma semicircular del cromosoma bacteriano, universo viral, modelo bioquímico de la vida, lógica de infección viral, conjunto estriado de campos de efectos de superficie…. En fin, una seguidilla alucinante de términos y conceptos que promedian 9 por página.

Si tomamos, por ejemplo, el único de esos términos que es definido por el señor Barreto en el “Glosario” de su libro, el de agujeros negros, encontraremos que la conceptualización del mismo comienza de la siguiente manera: “Son lugares con gravedad igual o superior a la velocidad de la luz …”. (¿?). No es necesario continuar leyendo, este comienzo es suficiente para quedar asombrados porque, de entrada, el concepto es totalmente falso. El señor Barreto ha igualado de manera asombrosa y en tan solo 13 palabras, los conceptos físicos de “gravedad” y “velocidad”. Cualquier estudiante de física de la UCV le hubiese explicado la diferencia entre ambos.

En medio del impresionante listado de conceptos, cuyas piezas, como hemos dicho, son muy vagamente explicadas y puestas una detrás de la otra, el autor afirma: “Estos hallazgos y los modelos analógicos que ellos sugieren, nos permiten construir un dispositivo teórico nuevo para acercarnos al estudio de las turbulencias no visibles y las densidades medibles de los campos o ambientes de opinión de la máquina información – comunicación que llamaremos eter simbólico, o gel mediático”. Sin detenernos en intentar desentrañar lo que quiso decir el señor Barreto en ese párrafo, de todos “estos hallazgos”, el que es central para el autor es el de “materia oscura”. Así lo señala apenas comienza el capítulo: “.., hemos escogido la polémica idea de la materia oscura o éter para explicar el fenómeno de funcionamiento de expansión del dispositivo información – comunicación y su contingente gravedad – antigravedad como lógica de la reproducción.” (el subrayado es nuestro).

Aparte de la relación teórica que propone el señor Barreto entre dos constructos tan dispares como la “materia oscura” y “el fenómeno de funcionamiento de expansión del dispositivo información – comunicación” (relación teórica de la que hablaremos más adelante), cuando indagamos que es lo que cree el señor Juan Barreto acerca de que es la materia oscura, encontramos lo siguiente en la página 112 del capítulo en referencia: “La atracción de los objetos que llamamos gravedad, es sólo materia que se desliza por sobre las curvaturas del tejido del espacio tiempo…. A la densidad ‘medible’ de dicho tejido algunos la denominan materia oscura”. Esta es toda la definición que da el señor Barreto acerca de la hipótesis cosmológica que ha “escogido” para “explicar” una propuesta central de su tesis doctoral, cuyo epicentro es un evento terrícola y social, “el fenómeno de funcionamiento de expansión del dispositivo información – comunicación”. Esa definición, aparte de ser extremadamente escueta para una “idea” central de una tesis doctoral, también es falsa.

La materia oscura no es la “densidad medible” del espacio tiempo. La “materia oscura” es el constructo central de una hipótesis (que, por cierto, compite con otras hipótesis), la cual intenta explicar el comportamiento de objetos celestes del que no se puede dar cuenta a partir de la materia observable. Por ejemplo, según las leyes de la mecánica newtoniana, la velocidad de una estrella a lo largo de su órbita dentro de una galaxia depende de la cantidad de masa que se encuentra dentro de dicha órbita. Pero se ha encontrado que la masa visible (o, como la denominan los científicos, masa luminosa) es mucho menor que la necesaria para explicar las velocidades observadas. A la discrepancia entre la masa gravitacional necesaria y la masa luminosa, se le intenta explicar mediante un constructo hipotético: la materia oscura. Dicho constructo hipotético, como bien ha dicho David B. Cline en Scientific American (The Search for Dark Matter, marzo 2003), es una “expresión de nuestra ignorancia” dado que es poco lo que se sabe acerca de ella. Por otra parte, la discrepancia referida puede muy bien terminar siendo explicada mediante una hipótesis alternativa, tal como acaba de indicar hace pocos días Stacy McGaugh en la revista Science (Seeing Through Dark Matter. 3 de agosto 2007): “La material oscura fue propuesta para explicar la dinámica de las galaxias. Una modificación de la ley de la fuerza gravitacional de Newton puede ofrecer una mejor explicación”. En todo caso, si la hipótesis de la “materia oscura” terminase sobreviviendo ante otras hipótesis, ella sería (como lo indica, señor Barreto, su propio nombre) un tipo de materia, no una “densidad”.

Ante estos niveles de falseamiento o impostura conceptual nos preguntamos: ¿Y el tutor de la tesis, Dr. Rigoberto Lanz, quien al principio del libro alaba a su tutoreado indicando que posee un “rigor epistemológico intransigente”, no revisó la tesis antes de conformarla?. Dada la enorme cantidad de conceptos físicos, astrofísicos y biofísicos que en ella se manejan, ¿no la sometió al escrutinio de expertos en dichas áreas?.

¿Si en su tesis doctoral, el señor Barreto da un trato tan intelectualmente irresponsable a conceptos físicos y astrofísicos que no admiten muchas ambigüedades, que podemos esperar para el trato hacia otras categorizaciones sociales mucho más polémicas, manejadas en el mismo texto?. La muestra del tejido de la tesis que hemos analizado, la “biopsia” que hemos realizado, nos indica que la situación puede ser muy grave en el resto de la tesis doctoral del señor Juan Barreto, la cual contó con el aval del Dr. Rigoberto Lanz.

Por último, nos referiremos a la relación teórica propuesta por el autor; aquello de que la “materia oscura” pueda “explicar el fenómeno de funcionamiento de expansión del dispositivo información – comunicación” presentado en un aislado planeta de La Vía Láctea. Consideramos que sería muy interesante (lo decimos en serio) que se encontrara sustentación para una tal hipótesis de origen metafísico (en el sentido de no ser de origen empírico). Es cierto que la metafísica, no pocas veces, puede ser buena fuente de hipótesis fructíferas; pero para encontrar dicha sustentación, señor Barreto, se necesitaría de más de 11 páginas y de una experticia epistemológica titánica que tendría que construir la relación teórica entre el fenómeno social terrestre referido y un constructo hipotético astrofísico como el de la materia oscura, acerca de cuya naturaleza no se sabe prácticamente nada. Pero para eso, señor Barreto, hay que comenzar por saber, cuanto menos, que quiere decir epistemología.

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